Hoy ha llegado el certificado de defunción de nuestro ataque. Si bien hasta ahora había sido malo, lo de hoy ha resultado ridículo. Como lo ha sido la dirección de partido, que ha rayado en lo grotesco. Cuando hacía falta tiro exterior las rotaciones desde el banquillo apuntaban a lo contrario, cuando se precisaba defensa especialmente, las rotaciones iban en sentido inverso, cuando hacía falta correr, el equipo en pista no era el más indicado para ese menester. En definitiva, una rotación de jugadores nefasta, unos cambios de defensa exagerados (hasta 5 en el partido), cuando la defensa necesaria hoy era justo la que menos se ejecutó. A partir de ahí se podía crear complicaciones a un colegio de abogados hoy mermado por su escaso número de jugadores; se podía correr, y sin embargo hicimos exactamente lo contrario, jugar un basket pausado que beneficiaba sobremanera al equipo veterano que teníamos enfrente.
Y para rematar el súmmum de la torpeza en cuanto a dirección de partido, el empeño obsesivo en las defensas, olvidando las obviedades en el ataque contra el cerrajón de abogados, en el que el tiro exterior era la clave, máxime cuando las jugadas no se hacían bien y el movimiento de balón era escaso e inefectivo.
Los 48 puntos del contrario se me antojan demasiados, mas nuestra marca de ataque, una de las peores de siempre, es tan ridícula que hoy, jugando en casa, hemos dado una imagen muy pobre. Colegio de Abogados vuelve a ser protagonista en nuestro elenco de partidos lamentables. Nuevamente se convierte en juez implacable de nuestro juego, y nos hunde en una situación de descenso inminente.
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