Estamos llegando, y vemos a Ivan con un aspecto aparentemente tranquilo. Si algún nervio se le rebela no somos conscientes de ello. En unos minutos éste nuestro gran capitán se nos casa, y parece como si viniera al casamiento de otro, qué sangre fría...
En la plaza charlamos brevemente, hasta que vemos la llegada de la novia, y es menester entrar todos deprisa y corriendo en la iglesia, que el protocolo manda...
En el templo comienzan las voces del coro a entonar, y el sacerdote hace lo propio, con un discurso inicial un algo acelerado, que sin embargo relajará cuando nos dirija el sermón de la celebración. Es durante esos momentos, con el cura hablando a los novios, en sus silencios, y en la posterior interpretación coral, que recuerdo al gran capitán, y en mis recuerdos también están todos estos años de nuestro club, porque se trata de remembranzas paralelas.
Desde aquel lejano Escurce, en donde un día nuestro Juan me dijo que iba a entrar en el equipo un chaval que había acabado la 'mili', ya empecé a descubrir a una persona con mayúsculas, a un tío que por encima de su calidad técnica, anteponía un gran tesón y una bondad que le hacía ser querido.
Temporada tras temporada, Ivan ha sido parte importante de Parque Bilbao. Aún tengo muy presentes aquellos años, en los que entrenábamos donde buenamente podíamos, y aquellos días (demasiados) en que Ivan llegaba del trabajo, hasta el entrenamiento en un día desapacible, debajo del ya extinto campo de 'debajo de la autopista', y se encontraba con que había muy poca gente para entrenar. Y más de una vez, peor aún, fue el único que llegó a entrenar. Y tras el entrenamiento, no pocas veces volvía al trabajo, al taller, para acabar alguna tarea pendiente.
Fueron años en que Ivan era el claro ejemplo de lo que significa Esfuerzo y Dedicación por un equipo.
Fueron años en que Ivan era el claro ejemplo de lo que significa Esfuerzo y Dedicación por un equipo.
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