¿Se pueden cometer los mismos errores de nuevo? Sí, se puede. ¿Se puede volver a jugar un partido tan malo por segunda vez contra el mismo rival? Sí, se puede. ¿Se puede aportar tan poco movimiento en ataque en un campo que ya de por si ofrece poca posibilidad de moverse? Sí, también se puede. En definitiva, volvemos al colegio maristas para hacer un partido tan malo, tan lamentable incluso como en nuestra anterior visita.
Ni los tiempos muertos, ni los continuos cambios de sistemas de ataque, ni los cambios de posiciones... Todo fue dar palos de ciego contra una defensa local que si bien tampoco en esta ocasión fue impenetrable, resultaba muy sólida ante nuestra escasez de movimiento, de bloqueos, de iniciativas para superarla. Así las cosas, al acabar el primer cuarto, 20-2 desfavorable, y partido aparentemente perdido. Porque si bien el resultado no era imposible de igualar, nuestro ánimo mostraba otra cosa. Nuestra falta de recursos, empezando por los míos desde el mismo banquillo, me hacía ver con impotencia cómo volvíamos a dar una muy mala imagen en este campo. Sólo cuando hubo 'atrevimiento' y cierta velocidad ofrecimos algo en ataque. Seguramente el planteamiento inicial fue incorrecto, quizá nuestra falta de fe ya desde el comienzo también. En cualquier caso no competir ya desde el inicio no es algo que deba asumirse con resignación.
Lo mejor del día, y con diferencia, el post-partido. Las horas posteriores en Iturribide, muy grandes, y con momentos 'épicos', que posiblemente serán recordados en el futuro cuando los allí presentes sean ya veteranos con ganas de contar sus 'batallitas' de este club.
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