Se juega como se entrena. A quien se le ocurrió esta frase acertó de pleno. Y a veces, incluso, se juega peor.
Esta semana los entrenamientos dejaron mucho que desear en cuanto a intensidad, y en cuanto a concentración de buena parte de los participantes. Así era difícil cambiar el chip, jugar el partido de hoy de una manera diferente, de la forma necesaria para ganar a este equipo de abogados. Se hizo durante unos minutos del primer cuarto, y con poco acierto en los primeros ataques, mas la intensidad dejó de ser la adecuada. Y eso se debe corregir desde el banquillo.
Nos quedamos habitualmente con las últimas jugadas del partido cuando el resultado está igualado, y nos cuesta ver la globalidad del encuentro, los errores previos, que hoy también fueron muchos. Focalizamos la atención en una última posesión mal jugada, o como hoy, mal defendida, lo que no siempre resulta justo, y sin embargo obviamos que durante la primera parte concedimos un par de contraataques, o que no pusimos la suficiente presión sobre el balón, como llevo reclamando durante las últimas semanas en los entrenamientos, o que algunas defensas interiores fueron malas. Y eso se debe corregir desde el banquillo.
No atacamos bien su sistema defensivo; es más, ni tan siquiera hicimos del todo bien nuestras jugadas para atacar ese sistema defensivo, como ya quedó muy en evidencia en los entrenamientos de esta semana. Y eso es mucho más importante que una última jugada de partido. Y el no prestar la suficiente atención a estas jugadas es algo que también se debe corregir desde el banquillo.
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