Disfrutamos de varios años consecutivos de buenos resultados, aunque insuficientes para el ascenso. Nos quedábamos a las puertas de meternos en la fase de ascenso una y otra vez, y eso suponía cierta frustración, aunque con la perspectiva del tiempo, deportivamente demostramos que también podíamos competir, que no éramos tan malos.
En su octava temporada, tras la marcha de Jose y Patxi, Manu pasó a ser asiduo capitán. Y también se metió a tesorero, lo que fue un gran avance en el desarrollo del club. Esas hojas de Excel con las cuentas, cada vez más sofisticadas, y su continua chapa para que la gente pagase se ha convertido en un clásico también.
En su novena temporada, cumple 200 partidos contra Bermeo, pero los 25 puntos (casi la mitad del equipo) son insuficientes para ganar. Sigue la maldición de no ganar cuando se conmemora algo. Para entonces ya metía triples, lo que sorprendía no porque tirara mal, sino porque jugaba de pívot y no se prodigaba en ese lanzamiento.
Y llega por fin el ascenso. Aquella temporada es en la que menos puntos recibimos de media, y una de las que más anotamos. Son varios los que tienen buenas medias de anotación, y en especial el trío Iker-Manu-Iñigo que tan importante acaba resultando. Sintomático del nivel que presentamos esa temporada es que Manu, con su mejor porcentaje de tiros libres y uno de los más altos en puntos no sea el mejor en esas facetas, que coparán Iñigo e Iker respectivamente.
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