Amistoso que cada equipo se toma con un espíritu diferente. En nuestro caso, demasiado relajados, llegamos al pabellón poco antes de comenzar el partido, y apenas calentamos. Por contra, los locales, que presentan un equipo muy cambiado respecto al amistoso que jugamos en pretemporada, demuestran más interés. Con todo, pronto toman ventaja, la amplían, y ya somos incapaces de competir para ganar. Sólo a ratos nos demostramos que no son tan superiores, que podíamos haber competido más.
Juegan con nosotros Mikel, que tras un año retirado vuelve a demostrar lo competitivo que es jugando, y Diego y Mauri también nos demuestran detalles a tener en cuenta.
Al final, un resultado demasiado abultado, pero que con nuestra escasa tensión competitiva durante muchos minutos, quizá resulte lógico.
Tras el encuentro, un paseo por Tartanga, por una calle tan transitada durante años, me provoca el recuerdo de un baloncesto lejano, de un basket más joven, donde mi ilusión era otra, y donde ni se me pasaba por la cabeza entrenar. Ahora, sentados en la terraza de un bar tomándonos unas rabas, miro en frente, y visualizo unas canastas callejeras, tan sólo a unos metros, donde ahora se encuentra la estación de metro, y recuerdo a una gente que jugaba a este deporte a un nivel que veía lejano. Es curioso, paradójico tal vez, que aquí mismo en Tartanga, donde comenzaba a ilusionarme con el basket haya puesto un punto final. La vida sigue siendo cíclica...
No hay comentarios:
Publicar un comentario