Hoy es día duro, muy duro asimilar todo lo que va a suceder en este partido...
El entrenador visitante me anuncia que les falta uno de sus mejores jugadores, y que están en cuadro. Aunque estuviera ese jugador, el del 'not in my house' del partido de ida, según me contaron recientemente, lo que en mi opinión denota que el susodicho tiene 'pocas luces'; creo que la victoria caería de nuestro lado. Es más, desde que llego al colegio no pienso en la victoria, más bien en cuál será nuestra ventaja final. Creo que podemos ganarles de 20 o 30 y subsanar el basket-average que tenemos en contra desde el partido en Urko. Así que la victoria es lo mínimo que se nos puede exigir hoy. Y ahí reside el principio del fracaso, de mi fracaso principalmente...
No sólo no ganaremos sino que daremos una imagen muy triste. Significativas son las palabras de un jugador que me dice al descanso que estamos dando una imagen tan lamentable como para dejar de jugar a este deporte. No sé hasta qué punto esto es cierto, mas al final del partido sí creo que mi dignidad como entrenador está bastante tocada. Quise obtener una ventaja grande y recibí un severo correctivo del entrenador visitante, contra el cual creo que Parque nunca ha ganado.
Si hubiera pensado en ganar, sin más, hubiéramos comenzado nuestra defensa de otra manera, y posiblemente nos hubiera servido, mas se trataba desde el principio de tener una intensidad defensiva que les arrollara, que nos diera una amplia ventaja. No hubo tal intensidad, y el 0-11 inicial me desconcertó. Tardamos 6 minutos en anotar el primer punto, y nuestra defensa no era intensa, y menos agresiva, y cualquier otro equipo ya hubiera sentenciado el partido a esas alturas. Mas no creí que 11 abajo contra este Ugeraga fuera importante. Otro error monumental, porque esa fue la diferencia que nos lastró el resto de partido.
Mis ambiciones, basadas en la diferencia de calidad que tenían nuestros jugadores respecto a los visitantes me nubló la realidad, que hoy se demostró otra. No somos superiores a nadie si no nos esforzamos para demostrarlo. En este sentido era triste ver la intensidad de algunos en el campo y la falta de ella de otros. También era triste ver la actitud despreocupada del árbitro, que parecía pasearse por el campo, aunque no fue el que decidió esta lamentable derrota.
Viendo las estadísticas que Mikel se curró durante el encuentro, y reflexionando un poco, no me queda más que concluir que hoy mi dirección desde el banquillo fue vergonzosa, indigna de quien pretende ganar un partido, ni a Ugeraga ni a nadie. Dictaba instrucciones y sin embargo mantenía en el campo a quienes no las cumplían. Es decir, un despropósito continuo que unido a nuestra pasividad defensiva, e incluso en ataque, nos condenó a una derrota difícil de asimilar, pero justa por otra parte.
Como espectador del partido, no me pareció que el resultado fuese debido a decisiones tácticas. Más bien, lo atribuyo a la falta de acierto de cara al aro, no conseguir mover correctamente el balón y cierta precipitación en acciones puntuales. Creo que fue lo mismo que ocurrió en el partido del día siguiente, aunque conseguimos darle la vuelta al final...
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