Llega el último cuarto, me temo lo peor. Nos han remontado veinte puntos, y para seguir compitiendo hoy no sé si será más difícil que mejoremos nuestro ataque o la defensa, porque ambas han estado en precaria situación en el cuarto anterior. Pero pronto obtendré la respuesta, puesto que volvemos a atacar con relativa fluidez. Vuelve nuestra columna vertebral a funcionar, y además se añade un Aritz reconvertido definitivamente en 'alero tirador', que nos da los primeros puntos de este período.
Durante ocho minutos el partido está muy igualado. Nuestro ataque sigue anotando aunque nuestra defensa es un angustioso coladero, sobre todo en una posición concreta del campo. Contemplo con resignada impotencia como una y otra vez buscan y encuentran el agujero defensivo más evidente, acabando cada posesión local en canasta, y dicha resignación me conmina, absurdamente, a creer que no existen soluciones defensivas, y no es hasta casi acabado el partido que encontramos unas que al menos nos permiten dificultar algo el ataque contrario.
Llegan los dos últimos minutos... El jugador local que está teniendo un enorme acierto en ataque, lanza un triple que no entra pero el árbitro sanciona con una `curiosa` falta, que además es la quinta de nuestro jugador. Mete los tres tiros libres, y con otro que nosotros anotamos posteriormente, llegamos al último minuto perdiendo por dos puntos.
En este minuto final, el mismo jugador local anota otro triple. En ese momento comienzo a pensar en el basket-average más que en la victoria, que ya se me antoja imposible.
Y es aquí que comienzan las dotes adivinatorias de Ander. Siguiendo su predicción, hacemos falta, y ya se encarga él de que nuestro ex compañero, ahora jugador del equipo local, falle un tiro libre. Aún así, perdemos de seis, y falta menos de un minuto, por lo que vuelvo a pensar en dónde comprar pan de Gordexola...
Que tire la toalla
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